El saber popular aconseja que 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy'. Y es que postergar es un mal hábito que te impedirá alcanzar tus objetivos. Te decimos lo que debes hacer para librarte de él.
Escrito por Dra. Vanesa Fernández López, Psicóloga, especialista en emociones
Postergación, el mal hábito de aplazarlo todo
La postergación (o procrastinación) es el hecho de “dejar las cosas para mañana”. Cuando esta actitud se repite con demasiada frecuencia en nuestras vidas, supone un importante límite para alcanzar nuestros objetivos, tanto banales (por ejemplo, un pasatiempo) como importantes (algunos ejemplos: hacer las tareas laborales diarias, estudiar para un examen o la decisión de comprarse un coche).
Postergar supone un engaño a nosotros mismos que puede convertirse en una agresión, ya que llevamos a cabo medidas para alcanzar aquellas cosas que tanto deseamos y con las que habíamos estado soñando. Todo ello, puede dar lugar a la pérdida de la propia confianza y en dudas acerca de las propias capacidades.
Consecuencias de postergar
Más allá del falso alivio que pueda generarnos en un primer momento, el posponer interminablemente implica un gran desgaste que, según vaya progresando la situación, puede generar en ti emociones negativas como la culpa, la angustia, la frustración e incluso depresión.
A esta emocionalidad negativa se le unen problemas en el rendimiento que puede dar lugar a repercusiones a nivel social, laboral y familiar. Por todo ello, postergar puede causar un elevado nivel de interferencia en nuestra vida cotidiana.
Generalmente, tendemos más a postergar aquellas cosas que nosotros mismos decimos que queremos hacer, que aquellas que otras personas nos ordenan que hagamos. El miedo a la valoración negativa que otras personas puedan hacer de nosotros mismos es una de las explicaciones a este hecho.
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¿Por qué postergamos?
Algunas de las cosas que nos llevan a postergar son las siguientes:
- Perfeccionismo: el pensamiento “debemos intentar hacer siempre las cosas de manera perfecta” hace que intentemos alcanzar las estrellas para acabar agarrando aire. Unas aspiraciones demasiado elevadas pueden elevar también tu nivel de estrés bloqueándote.
- Falta de recompensas: la mayor fuerza motivadora que podemos tener como ser humano es la sensación de entusiasmo y satisfacción en lo que hacemos. Si te sientes recompensado por tu esfuerzo, esto te motivará a intensificar más tu trabajo. Por el contrario, si nada de lo que haces te parece suficiente tu vida se convertirá en una rutina agotadora.
- Afirmaciones hipotéticas tipo “debería”: este tipo de afirmaciones suelen hacerte sentir culpable haciendo que abandones la tarea.
- Falta de asertividad: las personas que postergan temen expresar sus sentimientos negativos de forma clara y directa, evitando así conflictos y negando su enfado por pensar que no está bien sentir rabia.
- Sensibilidad coercitiva: la persona que posterga piensa que la gente actúa de forma autoritaria y le exige cosas poco razonables. De esta forma, se muestra obstinado y rehúsa aquello que le piden como un modo de rebelión. La tendencia a postergar puede ser una forma indirecta de expresar su enfado con la persona que le está fastidiando.
- Falta de deseo: s veces se aplazan las decisiones porque simplemente no desea hacer aquello que aplaza pero no eres consciente de ello. Lo único que saben es que existe una tarea que sienten, vagamente, que deben realizar, pero que les resulta tremendamente incómoda de afrontar y así acabar decidiendo hacer cualquier otra cosa.
Características de una persona que posterga
Existen muchos tipos de postergadores, cada uno, con sus motivos diferentes. Sin embargo, concurren un grupo de características frecuentes en la mayoría de ellos. Estas son:
- Tienen un modelo de cómo lograr el éxito poco realista.
- Piensan que deben estar siempre seguras de sí mismas y alcanzar sus objetivos con facilidad sin tener que soportar frustración alguna.
- Tienen dudas acerca de sí mismas o fracasos.
- Piensan que la vida debería ser fácil y que las demás personas no tienen que luchar.
- Abandonan cuando las cosas se ponen difíciles.
- Su baja tolerancia a la frustración hace que cualquier decepción se les haga insufrible.
- Presentan un elevado miedo al fracaso, por lo que para ellos el riesgo es excesivamente importante. Por eso, antes de correr el riesgo de fracasar, no hacen absolutamente nada.
- Suelen basar su autoestima en sus logros.
Si todavía no tienes claro si eres un postergador, realiza el siguiente test de procrastinación para salir de dudas.
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¿Cómo evitar caer en la postergación?
Además de tener en cuenta las causas que pueden llevarnos a postergar, es importante que adoptes una actitudresolutiva ante los problemas. Existen personas que ven su vida pasar esperando que otros resuelvan sus asuntos. Esto es un error importante que si no corriges puede llevarte a postergar decisiones importantes. Por ello, adopta un rol activo ante tu propia vida. Eres tú el protagonista, por lo que no dejes pasar planes importantes.
Por otro lado, una gestión adecuada del tiempo es fundamental para no postergar asuntos importantes. No hace falta que lo hagas todo hoy si no te da tiempo, pero no dejes pasar un periodo demasiado largo (como máximo hazlo dentro de la misma semana) si hay cosas que no te ha dado tiempo a hacer dentro de tu planificación.
Finalmente, si existen asuntos que puedas resolver delegando en otras personas no dudes en hacerlo. Elegir delegar a la persona y momento adecuados es una gran opción para no postegar tareas urgentes (que haya que hacer rápido), pero que no son importantes (no se dirigen a tus objetivos ni exigen que tú estés involucrado).
Y si ya he caído ¿qué puedo hacer para dejar de postergar?
Tú has aprendido a postergar las tareas, de acuerdo, pero por el mismo motivo también puedes desaprenderlo. Para dejar de postergar, sigue las siguientes pautas:
- Admite que la frustración es parte de la vida: para avanzar hacia las metas importantes que queremos alcanzar en nuestras vidas, es preciso comprender que en el camino nos encontraremos con algunas frustraciones, de las cuales podremos aprender para seguir adelante. Si no admitimos esta realidad, el no haber hecho nada para lograr aquello que tanto queríamos nos implicará una frustración mucho mayor. Por tanto, la aceptación de la posibilidad de encontrarnos con dificultades es una actitud acertada que nos pone en un camino real hacia lo que queremos.
- Diferencia entre lo urgente y lo importante: debes distinguir bien cuáles son las cosas importantes para ti, ya sean por ejemplo dedicarle más tiempo a la familia o empezar una dieta. Los asuntos urgentes a veces efectivamente requieren atención en el momento mismo, pero otras tantas, somos nosotros quienes les damos a ciertas cosas el carácter de urgente para evadirnos de otras cuestiones importantes, ya sea por falta de confianza o incluso porque no nos atraiga mucho realizarlas más allá de su importancia. En estos casos, es útil establecernos una cantidad de días específicos para hacer la actividad, pautando desde el principio cuántos días por semana y horas por día vamos a dedicarle.
- Modifica el ambiente en el que estás: de modo que lo conviertas en un factor favorable para el trabajo. Por ejemplo, evita las interrupciones constantes, el ruido que dificulte la concentración, etcétera.
- Proponerse dividir la tarea y realizarla por partes: en especial si se trata de algo que lleve mucho tiempo, es una buena opción para adoptar una actitud activa sin sobrecargarnos y sentirnos demasiado cansados, ya que este aspecto puede hacer que la postergues.
- Olvida el día ideal: pon manos a la obra y verás como poco a poco tú mismo te animas a continuar trabajando en tu meta sin necesidad de postergarla.
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